Re/sintiendo el territorio y
sus elementales: caminando a la cascada.
El sábado 14 de febrero, nos encontramos unos cuantos en Morrogacho,
territorio montañoso y de múltiples verdes para compartir de sonrisas y hacer
visible la presencia de los elementales, los cuales desde el inicio estuvieron
siempre presente, en nuestro camino, agua, fuego, tierra, aire.
La mañana nublada, nos invade a todos de una espesa capa
de agua que flota sobre la atmósfera, el
aire que respiramos es húmedo y frío, se pueden sentir en la inhalación y la
exhalación, la oxigenación fresca y limpia que recorre nuestros pulmones pues tenemos la gran complacencia de estar
recibiendo el oxígeno recién sale de las verdes plantas.
El sol nos acompaña vestido de nubes aguadas y la luna
menguante presente con su energía tranquila; la savia, la sangre de las
plantas, la sangre de los animales, la
savia de la vida, de la tierra y nuestra
sangre experimentan el flujo decreciente
de la luna menguante. Nuestros cuerpos, el cuerpo de la madre, el cuerpo cósmico
experimentan un tiempo de desprendimiento, de dejar todo lo que fue acumulando
durante las etapas en las que la luna se llena de luz.
Así, en tiempo menguante, de dejar ir, nuestros cuerpos
en compañía de toda la existencia comienzan a prepararse para purificar y
limpiar nuestros organismos, por ello, el descenso a la cascada y nuevamente el
ascenso a la montaña son la oportunidad perfecta para hacer uso de nuestras
energías y renovarlas con la caminata, el esfuerzo físico y el sudor del cuerpo
y de los millones de seres galácticos
que habitan el circulo sin fin de la vida.
Al
encuentro con la cascada:
damos inicio por un estrecho camino, nos adentramos a una nueva visión y
sensación, de repente, el estrecho camino nos lleva a lo alto de una montaña,
en la que se manifiesta la vida latente en mil expresiones olorificas de
hierbas e insectos que coquetean felizmente con nuestros olfatos y narices para
sumirnos en la nueva escucha y conexión con la montaña y el territorio. La
fiesta se hace cada vez más fuerte y alegre y se llega el momento de compartir
las medicinas, de disponer de nuestros pensamientos, ordenarlos al son de las
plantas, del rape, del tabaco, del cannabis.
Descendemos compartiendo la palabra, la sonrisa, pasados
uno 15 minutos varias ancestrales montañas hacen presencia con sus mágicas apariencias
gigantescas y coloridos verdes húmedos
que alegran nuestras miradas con tanta multiplicidad de forma y existencia. Después
de un rato hemos llegado al valle de rocas, por entre las cuales el agua fluye
ligera y cristalina acompañada de sabios arboles de gran altura y espesor;
altos ancestros que muy seguramente poseen un conocimiento acumulado de ese
pequeño territorio, sabios y testigos de lunas, noches, estrellas fugaces,
brillantes, lluvias, terremotos, el nacimiento de la vida, un espacio que se
manifiesta como átomo y universo a la vez.
Caminando entre rocas, plantas, agua, humedad, sonidos y
colores, nos encontramos la cascada y los viajeros que vienen a sumergir en el
centro del vientre lluvioso sus cuerpos están dispuestos a dejar ir en compañía
del agua y la existencia en este sábado de menguante.
La caída en
vértigo del líquido vital, agua presente en todo el cosmos es de unos 8 metros,
nos recibe con lluvia de cantos y sonidos
que golpean fuertemente en los tambores de piedras, los insectos
acompañan el coro y las plantas danzan al ritmo de la espontaneidad y la vida.
En seguida, el elemental del fuego hace su majestuosa
aparición gracias a las manos laboriosas y creativas de los asistentes que
disponen sus energías al llamado de trazos de madera para que el gran abuelo
tenga espacio en la celebración de la vida y el amor. Dispuestos en círculo,
ritualizamos el territorio, reconociendo y siendo conscientes de la vida que
allí habita, saludamos a los seres que residen cotidianamente ese átomo/universo,
saludamos al sol y los elementales. Somos conscientes, a través del ritual, de los demás seres que
pueblan el mundo y la vida, ser conscientes para habitar con respeto y amor la
casa que es nuestra y de todos los seres, para encaminar y orientar nuestro pensamiento
en el que entendamos su lógica relacional, en el que entendemos que no solo los
humanos habitamos el cosmos, que también la vida se encuentra siempre
cohabitando en nuestra aldea global/ universal manifiesta en múltiples formas,
y sentires.
La fiesta se aviva ahora con el compartir de cantos a la
vida, al amor y la unidad, Las medicinas siempre presentes guiando nuestro
tejer en la palabra, y el pensamiento. Intercambiamos sanaciones, alimentos, respiros y suspiros, vamos preparando el templo corporal
y el cuerpo del territorio para adentrarnos en el vientre frío de las aguas de la cascada. Vamos
ingresando algunos al líquido amniótico del agua, la corriente energética sube
desde nuestros pies a la cabeza, guiamos
nuestro paso hacia la cueva, el útero de rocas que el agua ha estado construyendo
laboriosamente durante cientos de años. Allí, con toda la fuerza con que cae el fluido transparente, vamos
dejando ir excesos, con la fuerza del
agua, sintiéndola caer por nuestros rostros y cabezas vamos dando fuerza a nuestras almas y
corazones.
Otros viajeros han decidido, dejar ir en guía del fuego,
arrastrando a través del humo que se esparce por entre la vida verde, azul, transparente
multicolor lo que en sus cuerpos no desean que este.
Fuimos, Somos seres que confluyen en energía decreciente.
Juntos, seres humanos, agua, tierra, aire y fuego, en conexión y conciencia de existencia,
nos reunimos en círculo para soltar y devolver el exceso de energías, el exceso
de luz, para iniciar la nueva luz.
Este recorrido, nos acerca a la sabiduría, al otro
conocimiento, en el que escuchamos y leemos también el territorio, en el que el
agua, la luna, las nubes, los colores, los cantos, la voz, la risa, el fuego,
nos enseñan como caminar la esfera de la tierra, como habitar el mundo externo
y como habitar nuestros mundos, caminos y visones internas. Escuchar la madre,
hacerla presente, escuchar su grito, su voz, su melodía, dejar por momentos el
egoísmo de escuchar exclusivamente nuestros deseos materiales, sumidos en el
mundo del cemento, Volver a sentir profundo como un niño frente a dios, diría
violeta parra.
Así, con la hermosa visita al útero y al interior del líquido
amniótico del agua, renacemos, nos preparamos para la nueva fase, preparamos
nuestros conciencias, saberes, cuerpos y corazones para la llegada el 21 de
marzo del equinoccio de primavera, abriéndolo la super luna en perigeo, punto
en que la luna se encuentra más cera de la tierra; las tres, tierra, luna y sol
alineadas para danzar juntas en el eclipse total de sol.
Con todo amor y cariño, aprendiendo siempre de todos, de
la vida, la madre y los elementales. ¡Aho!
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